Madrid, 18 de agosto de 2009
Al salir de la bañera me acordé de él. Hace unos años uno de los mejores profesores y amigos que he tenido nos instó en clase a estar con nosotros mismos. Así, como suena, sin aditivos. La actividad no consistía en sentarse solo delante del televisor a ver la última horrorosa película de domingo que ponían en el tercer canal, ni tampoco en tumbarse y escuchar música o leer el libro obligatorio para la asignatura de Literatura. Consistía en estar a solas con nuestros propios pensamientos.
El objetivo era averiguar si lo que nos contábamos en nuestro interior nos interesaba, si no nos aburría, si no nos hacía salir corriendo en busca de alguna distracción. “A ver qué tal os caéis”, nos dijo.
Recuerdo que al principio dudé de poder conseguirlo, y recuerdo también que luego estuve segura de lograrlo. Aquella tarde la pasé mirando en silencio el techo blanco de una de las habitaciones de la casa de mi abuela, no memoricé las grietas de la pintura y tampoco registré el crujido de la madera a los pasos de mis padres al otro lado de la puerta. Simplemente charlé conmigo por dentro, coloqué cosas en su lugar, conocí un poco más de lo que había en mí… y me he dado cuenta de ello seis años más tarde.
No sé cómo aquello surgió durante la lección de Historia aunque sé que no tenía ningún tipo de obligatoriedad. Simplemente era una propuesta curiosa que, como todas las suyas, tendría algo de interesante y, desde luego, un porqué.
Al salir de la bañera, después de haber estado unas cuantas horas sola, conmigo misma, me acordé de él. Durante aquella clase él no pretendía otra cosa que hacernos ver la importancia que tiene el conversarse. La necesidad de escucharse.
~ 4 Caminantes: ~
at: 19 de agosto de 2009, 2:00 dijo...
Esta mañana escuché en la radio una entrevista a Josep María Flotats (actor y director de teatro), por el reestreno en Madrid de una obra suya. Durante la charla, Juan Diego Botto (que colabora en ese programa durante el verano) comentaba con Flotats la importancia de reivindicar el debate, la exposición de argumentos, el diálogo argumentado entre dos personas que nada tienen que ver, todo ello en un tiempo como el actual en el que nadie escucha a nadie, a nadie le importan los argumentos del otro, sólo gritamos y, como bien decían en la radio, si acaso hay monólogos al mismo tiempo...
¿Qué tiene esto que ver con tu entrada? Pues que me parece importantísimo eso que cuentas de 'conversarse' y 'escucharse'. A veces por no hacerlo, porque no nos gusta lo que hay dentro o porque no nos interesa conocernos mucho (no vaya a ser que no nos gustemos tanto como decimos hacia fuera), encendemos la tele o simplemente vociferamos contra quien tenemos al lado.
Es importante saber estar con uno mismo para poder estar bien con los demás. Es algo que he aprendido a lo largo de los años y recuerda, pequeña, que te saco unos cuantos jejeje...
Un beso enorme y sigue nutriéndonos con tus bellas reflexiones.
at: 20 de agosto de 2009, 1:19 dijo...
Lo peor de conversar con uno mismo es descubrir que uno no tiene demasiadas cosas en común con su yo interior, o incluso, que ese yo te resulte una persona tremendamente aburrida...
àc
at: 20 de agosto de 2009, 13:21 dijo...
Amelie, es tan importante que en ocasiones si no estamos bien con nosotros mismos alejamos a los que están a nuestro alrededor.
àc, espero que no sea tu caso...
at: 29 de agosto de 2009, 12:43 dijo...
Mmm, pero también te aviso una cosa: como buena Capricornio, lo de conversar conmigo misma es algo que hago "demasiado" a menudo, llega un momento en el que te acostumbras y ya no sabes actuar sin conversar primero contigo misma, y vas conversarsandote contigo en el metro o en una cañas con otros amigos o lo peor, en las horas en las que deberías estar durmiendo. Yo, sinceramente, tengo claro que yo me canso de mí misma, eso me ha servido para valorar a mis amigos (pobrecitos lo que tienen que soportar ;-)) pero como en todo, los excesos nunca son buenos...
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