Hacia la otra orilla


Madrid, 28 de noviembre de 2009


Si pudiera, hoy escribiría una canción de Sabina. De esas que al sonar no suenan sino que entran, que clavan las uñas desde la garganta hasta el estómago y se llevan la necrosis de la piel mal vivida.

Pero no puedo ser Joaquín y me limito a mí, a mí misma limitada. A mí misma con dolor de alas, a mí y a mi espalda inflamada porque empiezo a sentir como surgen las plumas vertebrales. Habita esa necesidad infantil de salir corriendo a por el regalo, de chapotear en los charcos, de ensuciarse en barro…la provocación a la madre.

Tiznar mi nariz de carbón y que mi sonrisa se vea más blanca. Pasear entre los juncos con el vestido empapado de gasa, de agua, de viento, de lluvia, de luz.

Cojo entre mis manos un trozo de arcilla fríamente marrón, la acaricio, la mezo, la caliento con mi sangre: empieza a palpitar… ¿Ves la metáfora? Soy yo.

Curiosidad, pasión, curiosidad, pasión, curiosidad, pasión… Es tiempo de cambiar de orilla y hacerse de una vez por todas con la energía.


~ 1 Caminantes: ~

Alnitak says:
at: 30 de noviembre de 2009, 17:36 dijo...

A Alnitak le gusta esto (y la canción de Jorge Drexler también) :-)

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Raquel Godos
Escribo casi por necesidad aunque muchas veces nada de lo que escribo tiene sentido. Este Camino hacia Macondo es mi particular sendero hacia ninguna parte. Hacia mi lugar.
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