Por quién doblan las campanas



Washington, 25 de julio de 2013

Después se unieron de tal modo que, mientras la manecilla del reloj se movía sin que reparasen en ella, los dos supieron que nada podría ocurrirle al uno si no le sucedía también al otro; que no podría ocurrirles nada más que aquello, que eso era todo y siempre, que era todo lo que había habido y lo que habría. Estaban disfrutando del ahora, el antes y el siempre, y ahora, ahora y ahora. Ahora, ahora, ahora, el único ahora, y por encima de todo ahora, y no hay otro ahora más que ahora y ahora es tu profeta. Ahora y por siempre ahora. Ven ahora, ahora, porque no hay nada más que este ahora, y dónde estás y dónde estoy y dónde está el otro, y no por qué, ni siquiera por qué, sólo este ahora, y ahora y siempre ahora, siempre ahora, porque ahora siempre es ahora; uno solo uno, no es más que uno, alzándose, navegando, partiendo, dando vueltas, remontándose, alejándose, hasta el final ahora, hasta el final, uno y uno es uno, es uno, es uno, sigue siendo uno, es uno que desciende, es uno suave, es uno anhelante, es uno amable, es uno feliz (...).

Ernest Hemingway

Taganga (Colombia) /Nov 2012

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Raquel Godos
Escribo casi por necesidad aunque muchas veces nada de lo que escribo tiene sentido. Este Camino hacia Macondo es mi particular sendero hacia ninguna parte. Hacia mi lugar.
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