Washington, 14 de mayo de 2012
No celebro que seguiré viviendo, sino lo que viví.
No celebro que hayas vivido, sino que sigas viviendo.
Celebro que vivas, aquí cerca o más lejos, quién sabe. Que
sientas, que rías, que te preocupes, que trabajes. Celebro que me celebres y
que nos celebremos juntos, aunque sea en la distancia física y la pertenencia
absoluta. Que nos alegremos de tenernos, de darnos la mano, de robarme y que me
robes una patata, cada día, del plato. Celebro que llames a mi puerta en la
rutina y que sepas paciente aguardar a mis quehaceres. Celebro, ya lo sabes, lo
grande de tu amor, el vuestro, todavía, a cada paso. Ése que es mi fe. Celebro,
caballero, reconocer en mí tus gestos y tus manías, hasta las malas que a otros
a veces desesperan. Celebro poder contarte tanto motivo de alegría.
Y es que este mayo, no sé por qué, más que otros, soy
consciente de esa necesidad de levantar la copa, de reconocer la fortuna, de
brindar por lo venido y lo que vendrá. Una necesidad absoluta de abrazar los
errores y las decisiones correctas, la valentía, el tesón, la pereza. Necesito
como nunca celebrar, y no hacerlo por costumbre. Necesito celebrar este regalo…
Celebrar haber escogido vivir.
Porque como dice Galeano, habría que incorporar a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás.
Porque como dice Galeano, habría que incorporar a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás.
NYC, Octubre 2011 by cmm |
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