Ninguno de los dos era sincero pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarla, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, caminábamos cogidos dela mano: ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió ella.
Bufffffffffff, no te había leído. Como siempre, tu elección de textos y tu selección de ideas/temas/Vida es pura Belleza. Gracias por compartir. Quiérote
Washington, 30 de octubre de 2013 Ayer hablé de ti . De lo importante que habías sido en mi vida, de los años ya de cuenta pe...
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Raquel Godos
Escribo casi por necesidad aunque muchas veces nada de lo que escribo tiene sentido. Este Camino hacia Macondo es mi particular sendero hacia ninguna parte. Hacia mi lugar.
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at: 13 de febrero de 2013, 11:48 dijo...
Bufffffffffff, no te había leído. Como siempre, tu elección de textos y tu selección de ideas/temas/Vida es pura Belleza. Gracias por compartir. Quiérote
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