Días azules


Madrid, 8 de agosto de 2009


Iba a escribir una historia sobre esas cosas que te pasan cuando menos te lo esperas, te dejan la boca abierta y te hacen pensar, pero esta página, su diseño y los dioses no están por la labor de que este rincón vaya como debe, reciba mis palabras y, simplemente, las deje visibles tal y como es mi deseo.


Así que dejaré ese cuento real para otro día y solo diré que últimamente he constatado que pedir es también una forma de dar, que soñar con firmeza y dirigir los anhelos con una sonrisa tiene sus frutos y, sobre todo, he redescubierto de nuevo que en este camino hacia Macondo me esperan personas maravillosas con las que compartir momentos. Personas que aparecen un primero de mes y se quedarán con sus palabras. Personas que te ponen la piel de gallina con un par de adjetivos bien narrados.


Mañana me lanzaré a otra de esas pequeñas locas aventuras con ganas de observar, vivir, respirar y reír. Comienzo un viaje de encuentros y reencuentros, de Mediterráneo y Cantábrico, de escenarios irreales y lugares salpicados de dura realidad. Mañana voy a fotografiar otra parte del mundo y a escribir sensaciones sobre un invernal cuaderno de papel.


Diez días para bañarme en azul

Sorollas



~ 1 Caminantes: ~

Anónimo
at: 16 de agosto de 2009, 23:35 dijo...
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Raquel Godos
Escribo casi por necesidad aunque muchas veces nada de lo que escribo tiene sentido. Este Camino hacia Macondo es mi particular sendero hacia ninguna parte. Hacia mi lugar.
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