El abismo de mis manos



Bogotá, 10 de junio de 2010

Me arrastran los contrastes por dentro, los restos del ayer, las risas del hoy, los rincones de este segundo y la ausencia de razón de este momento. De un lado a otro. Se golpean las emociones con mis puertas, el picaporte de la de mi casa ya nunca abrirá hacia abajo.

Me encuentro en mi memoria con versos de Miguel Hernández, de esos que leía en mi niñez, y releía en mi ahora, este que siento eterno y efímero. Cabalgo por el presente sin herraduras en los cascos, esperando que las ideas y las emociones se conecten para hacer un uno, pero es imposible. La fuerza, la realidad, el placer, la experiencia…Las personas, este país. Las personas de este país. Imposible el singular, impensable hallar la palabra justa y sencilla para la definición.

Es de noche y, a solas y a oscuras, sonrío al oler mis manos.

Recuerdo a alguien importante que, aunque ahora está desaparecido, hace años tuvo mucho que ver en lo que ahora creo, en lo que ahora considero, en cómo ahora respiro. Recuerdo sus palabras y sus consejos, las charlas infinitas en las que hablaba de vivir, vivir y vivir. Lo recuerdo porque aquí, en este preciso instante, me he dado cuenta de que si algo he aprendido en este lugar es precisamente a eso.

Sonrisas, escalofríos, sorpresas, lágrimas, encuentros, desencuentros, decepciones, alegrías, disgustos, errores, absolutos aciertos, riesgos, valentía, cobardía, caricias, golpes, abrazos, besos, miradas, conversaciones, inconsciencias, locuras, ataques de responsabilidad. Pérdidas y logros, calor, mucho calor. A veces frío. Miedo, mucho. Placer y seguridad. Intercambios de certezas cómplices. Incertidumbre por doquier.

Sentada en mi sofá, a oscuras, saboreo la sensación del abismo, ese vértigo hijo de mis temores y de mis luchas. El abismo al que huelen mis manos.


Tobia, Cundinamarca


~ 2 Caminantes: ~

Unknown says:
at: 13 de junio de 2010, 5:43 dijo...

Y aún seguimos viviendo a la velocidad de nuestras ambiciones, disfrutando del rápido, delicioso y amargo tobogán del viaje. Pero yo me pregunto si después de este torbellino de paisajes, personas, olores sabores y sentimientos, después nos sentimos más vacíos que cuando empezamos. Es como si en cada lugar dejamos un poquito de nosotros y al final nos encontramos que ya no somos nada. Sentado yo también en mi sofá, después de haber soñado estar en lugares extraños y después de haberme despertado en ellos. Hoy me encuentro en el mismo lugar que empece, como si hubiese hecho un enorme bucle en el que cabe el mundo, y me siento igual sobre aquel abismo del que no importa los kilometros que recorra huyéndole, cada vez está más cerca y lo siento ya bajo mis pies... pero me encanta!

Unknown says:
at: 18 de junio de 2010, 22:24 dijo...

:)

Ayayay, el olor de tus manos...

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Raquel Godos
Escribo casi por necesidad aunque muchas veces nada de lo que escribo tiene sentido. Este Camino hacia Macondo es mi particular sendero hacia ninguna parte. Hacia mi lugar.
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