Bogotá, 8 de julio de 2010
7 a.m Suena el despertador. Remoloneas en la cama. Diez minutos más. Otros diez. Levántate rápido, a la ducha. Ropa. Llaves. Teléfono. No hay tiempo para desayunar. Corriendo al trabajo. Cámara. Micrófono. Cinta. Grabadora. Espera que tienes que enviar lo que anoche los musos de la técnica no te dejaron. Taxi. Charla. Presentaciones. Grabaciones, plano corto, plano abierto, plano detalle. Ronda de entrevistas: una, dos, tres, cuatro. Y al salir llueve y hay que grabar “ciudad”. Plaza Bolívar, Monserrate, tráfico denso, más lluvia. Oficina y más problemas. Envíos. Dudas. Almuerzo apresurado y otra entrevista más. Todo bien. ¡Ah! No. Demasiado bonito para ser verdad. Cero descanso. Más taxis. Sermoneas al conductor para que apoye a España y no a Alemania. Búsqueda de soluciones. Favores. Mala hostia. Cabreo. Impotencia. Paciencia…Y un inmenso aguacero. El tiempo encima. Vuelta al lugar de origen. Inauguración. Discursos. Iluminadores inútiles. Vino blanco y paté del caro. Repeticiones. Y sus problemas a la enésima potencia. Tiempo perdido. Más paciencia. Solo piensas en terminar, en terminar, en terminar. Otro taxi más, de regreso. Reggeaton malo. Chequeas. Envías. Pides que te saquen del agujero negro. La luz tiene nombre de mujer y, una vez más, te salva. Otro taxi. Ni los cuentas. Un bar, por dios, un bar. La carta. Un vodka. No, dos. Charla, charla, charla y risas. Las nubes se van. Ya no llueve. Es de noche pero para ti no puede ser más de día. Abres el apartamento. Dejas todo tirado. Te quitas los zapatos, la ropa.
Pijama y oxígeno. 11 p.m.
8 a.m. Suena el timbre. Elsa y su sonrisa. Bromas. Disculpas recíprocas. Amabilidad. Ducha y jugo de maracuyá. Mandas cariño a kilómetros. Periódicos. Titulares. Blogs, fotografías. Recoges, te despides y te vas. Paseo y al trabajo. Una silla y su calma. Pasan las horas y hablas de fútbol, música, política, miedos, viajes, amor y amistad. Pasan las horas. Calma. Regresas a casa. Todo perfecto. Encuentros con el otro lado del Atlántico. Cocinas para ti. Terminas cosas pendientes. Más charlas. Concierto en dvd. Risas. Preparas tu cena. Series y lecturas. Todo está bien.
Cerveza y oxígeno. 11 p.m.
Y es que hay días en los que la vida se resume en el tacto del pijama sobre tu piel... o en el sonido que provocas al abrir una fría lata de Póker. Nada más que eso.
Vida |
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