Bogotá, 6 de diciembre de 2010
Cambiar:
Cambiar:
1. tr. Dejar una cosa o situación para tomar otra. U. t. c. intr. y c. prnl. Cambiar DE nombre, lugar, destino, oficio, vestido, opinión, gusto, costumbre.
2. tr. Convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria. Cambiar la pena en gozo, el odio en amor, la risa en llanto. U. t. c. prnl.
3. tr. Dar o tomar algo por otra cosa que se considera del mismo o análogo valor. Cambiar pesos por euros.
4. tr. Dirigirse recíprocamente gestos, ideas, miradas, sonrisas, etc. U. t. c. prnl.
Voy a dejar esta cosa, esta situación para tomar otra. De alguna manera he cambiado de nombre –la gente que aquí he conocido me llama a su manera-, voy a cambiar de lugar –aún no sé muy bien a dónde-, voy a cambiar de destino –aunque pienso que sigue siendo el mío-, algo ha cambiado en mi oficio y, por supuesto que no visto igual que hace un año, que mis opiniones se han enriquecido y que mis gustos y mis costumbres se han modificado durante este tiempo.
Creo que no soy lo contrario a lo que fui, que sigo siendo yo incluso en una versión mejorada, aprendiendo a hacer de la pena gozo y no dejando que el amor y la risa se conviertan en odio ni llanto.
Sí, me voy y voy a cambiar pesos por euros. Y también continuaré dirigiendo recíprocamente gestos, ideas, miradas o sonrisas hacia aquellos con los que comparto una complicidad suprema. Y también con los que no. Pero voy a cambiar… Algo, mucho, tal vez no tanto… Pero voy a cambiar.
No voy a hacer de este texto un balance; ya habrá tiempo. Solo trato de reflejar lo que siento hoy, lo que llevo sintiendo desde hace unos días, tal vez semanas, observando como poco a poco el tiempo trae hacia mí otra vuelta de página.
Mi padre siempre me dice que mi problema es que estoy bien en todas partes y que, por ello, quiero estar en todos los sitios. No le sobra razón, es cierto. Sé que voy a echar mucho de menos este país, me cuesta desprenderme de las cosas que han compuesto mi vida aquí, de esas personas que me han hecho crecer y caminar por este trozo del camino, pero es tiempo de hacerse a la idea. Cada vez que dejo algo atrás sufro más antes de que ocurra, el pensamiento inexorable de “este es el último domingo”, de “ya no compraré más aceite”, de “será la última vez que pasee por aquí”.
Digamos que soy una nostálgica de manual, algunos me insisten mucho en ello, pero esa nostalgia sólo es dolorosa antes, antes de dejarme ir, antes de doblar la esquina para no volver a mirar atrás.
Quiero irme para no pensar más en que me voy. Para no sentir esa angustia de la partida inminente que no termina de llegar y, aunque nunca me iré del todo de Colombia, porque he dejado en ella mucho de mí y mucho de ella me llevo conmigo, tengo miedo, mucho miedo.
“Debes tener miedo por el cambio pero también ilusión por una nueva vida”, me decía hoy el sabio parisino. Y así es…así que le añado una nueva acepción a “Cambiar”: Sentir miedo e ilusión por lo nuevo. Aprender a vivir con el temor y los sueños que suponen otro escenario, otro tiempo.
Lo que una vez fui, con el ceño fruncido de siempre |
~ 1 Caminantes: ~
at: 6 de diciembre de 2010, 11:50 dijo...
Un domingo de diciembre de hace tres años, la rambla de Montevideo era el escenario de un concierto gratuito de Jaime Roos. Yo, que adoro su música, había tenido la ocasión de verlo unos días antes en un teatro de la capital uruguaya, pero eso de verlo al lado del mar (perdón, pero como uruguaya de alma, no puedo decir río, es un mar dulce) en una prórroga de mi viaje (la compañía me había comunicado un retraso de un día en mi vuelo de vuelta) me parecía un lindo guiño del destino. En un viaje tan cargado -como ése estuvo- de emociones, buenas y malas pero sobre todo intensas, esa noche descubrí que pertenecía a ese lugar, que había un lazo invisible hecho de músicas, afectos, estremecimientos, aromas, vientos que me ataba a la rambla.
Como tú dices, yo también llevaba todo el día diciendo "ay, mañana a estas horas..." o "un último paseo por..." o "cómo extrañaré..." Quizá no sea un caso exactamente comparable al tuyo, porque yo ya había estado antes y siempre vuelvo. No puedo no hacerlo. Pero entiendo muy bien ese "pensar en irse". Sólo te digo que sumes minutos de placer, de disfrute con esa gente linda que te rodea, de acumulación de experiencias en este tiempo que te queda ahí.
Puedo presumir de que conocí "otra" Bogotá gracias a ti y de que, gracias a ti, cumplí el sueño de viajar a ese increíble país que ahora quedará un poco más triste. Por tu ausencia. Nosotr@s te recuperamos. Afortunad@s.
Te dejo con una frase de una cantautora uruguaya, Patricia Kramer, que tiene mucho que ver con muchas cosas habladas y compartidas: "La foto no es más que el miedo a no acordarse". Amiga, lo bueno es que fotos quedan miles (especialmente ésas que sólo están en tu alma).
Quiérote. Besos
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