Washington, 6 de marzo de 2015
Vivir a miles de
kilómetros del centro de tu universo o del que siempre lo fue puede ser, no nos
engañemos, una decisión voluntaria plagada de legitimidad e ilusión, aunque también,
sigamos siendo sinceros, puede ser una huída hacia delante, un no hay más
remedio, una llegada a la superficie al conceder que, por mucho oxígeno que te
falte ahí abajo, no van a salirte branquias. Hay exilios adictivos,...
Washington, 7 de abril de 2015
Los domingos por la tarde solían venir todos a mí, aunque
fuera sábado por la noche. Llamaban a la puerta, golpeaban los cristales de la
ventana del cuarto, me increpaban en un cuarto párrafo del quincuagésimo capítulo para que dejase
todo lo que tenía entre manos, y ese libro, y no me dejaban descansar. Tenían
la desfachatez de invitarme a una copa que no podía rechazar. Eran seres
brillantes...
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De inmediato
De inmediato
Washington, 3 de marzo de 2015
¿Será que todo lo inmediato es efímero y que solo el tesón es llamado a perdurar? La vertiginosidad con la que desaparecen las letras que se escriben deprisa, la permanencia de las palabras que se piensan despacio; la perdurabilidad en el paladar de un plato cocinado a fuego lento, la indiferencia de la comida para llevar. La fortaleza...
Ni chulos ni canallas
Ni chulos ni canallas
Washington, 18 de febrero de 2015
Que no, que no eran los chulos ni los canallas ni los altivos, tampoco se trataba de los misteriosos, los (que se hacían los) interesantes o los eternamente presumidos, ni los de hombros caídos pero barbilla en alza. No eran ni altos ni (muy) bajos, llegaron alguna vez a ser rubios cuando pensó siempre que serían morenos y aunque las barbas fueron históricamente su debilidad, ...
Mi mujer del futuro
Mi mujer del futuro
Washington, 10 de febrero de 2015
Me pidió fuego y yo no llevaba encima. Pero sí la he llevado a ella desde entonces, cuando nos cruzamos en silencio en aquella parada de autobús, hace ahora cerca de ocho años. A ella y a su símbolo, y a su enigma. Probablemente un martes, a mediodía.
Ella me sabía extranjera, mis facciones duras, el espesor de mi pelo, mi inseguridad incontrolable e incuestionable por equivocarme de dirección...