Washington, 19 de noviembre de 2011

Me apetece jugar al escondite, a mirar sobre las sábanas con el rostro cubierto y gritar entre susurros que eres . Hoy tengo ganas de decir sin nombres, de dedicar palabras cuando nunca dedico, y hacerlo por alguien que no lo ha hecho por mí tan solo una ni dos. Y hoy no es fecha ni aniversario. Hoy solo es día cualquiera, como todos los nuestros.

No es mi madre, pero Ella le ha rendido homenaje, hace no mucho,  sin tener que hacerlo… Decía que por darme vida, por ponerme en la suya, y tal vez -qué coño, seguro-, no hay piropo más grande.

Volando

No es mi hermana, pero se le parece… Y es que nos conocíamos antes de encontrarnos, la vida se había encargado de unirnos, y de escucharnos y de leernos antes de mirarnos. A los ojos. Y una línea de metro a Lavapiés, y unos párrafos de Saramago, y un pincel de colores andinos, y unos enseñares de músicas, y unos Miguelángeles en balcones soleados…y… Un todo, y una distancia, y unas lecciones compartidas y te quieros infinitos. Y visitas y viajes, y regalos –más suyos que míos-, y comprensiones, y paseos, y favores –otra vez más de su lado-, y eternas gracias, y complicidades, y apoyos, y llantos…Y rones. De Caldas. Y Colombias, bien sentidas. Y sufrimientos compartidos. Y bellezas a raudales, y diferencias insolentes, y caos –plurales- disciplinarios. Y ya está, y eso es todo o eso es tanto. Y ya está: entender juntas que Amor solamente y solo se escribe, precisamente,  con esta “A”.

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Raquel Godos
Escribo casi por necesidad aunque muchas veces nada de lo que escribo tiene sentido. Este Camino hacia Macondo es mi particular sendero hacia ninguna parte. Hacia mi lugar.
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