Sueños alegres


Washington, 4 de marzo de 2012

Me sucede que a veces la vida se me acumula y con ella las letras. Y va tan deprisa y tan intensa que en vez de hacerme un favor e inspirarme para compartir, me obnubila y me anula y me absorbe sin darme cuenta. En ocasiones abro los cuadernos y cojo la pluma, pero estoy tan agotada de sentir –y esa alegría- que las manos no dan para más y me rindo a la sonrisa y su silencio. Siempre es más fácil escribir en la tristeza o en la duda, siempre es más sencillo utilizar las letras para exorcizar los miedos y las penurias.

Esta ciudad es… Cómo decirlo, un pequeño paraíso de falso mármol donde las inquietudes, las naciones y el sol construyen el hogar perfecto para el rock y la ginebra, para la sociología y la historia… para saciar la inquietud. Es un lugar para el “si quieres puedes”, para el “no parar”… es un lugar y, sin embargo… para leer un buen libro a media tarde. Bajo los cerezos.

Washington by cmm

Me sucede que viajo a Colombia con un par de acordes, que ceno entre acentos argentinos o me ofrecen un queso manchego. A veces pasa que no tengo tiempo para cambiar de acera y coger un taxi y me hago maestra de los tiempos en un espejismo. Qué sé yo, a veces pasa que tengo miedo de recordar todo esto sólo como un sueño y que al despertar apenas recuerde la sensación de haber sido tan, pero tan feliz.

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Raquel Godos
Escribo casi por necesidad aunque muchas veces nada de lo que escribo tiene sentido. Este Camino hacia Macondo es mi particular sendero hacia ninguna parte. Hacia mi lugar.
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